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Leyenda del Coulobre

No hace falta ir a Asia, África o Mongolia para encontrar un dragón. También nosotros, en la Dordoña, hemos tenido que lidiar con este fantástico animal. Bueno, cuando digo "nosotros", debería decir más bien Saint-Front.

Déjame que te cuente esta historia en su lugar...

 

Esta historia está ambientada en Lalinde, en tiempos antiguos pero no olvidados por el hombre. Un extraño animal (lo coulobre) se esconde en una cueva druídica, una cueva de difícil acceso en las empinadas laderas de las colinas que dominan el valle, al sur de la ciudad. Se dice que este monstruo es una serpiente colosal con una enorme boca sobre una cabeza adornada con cuernos y orejas... también se dice que el reptil tiene patas y alas con garras.

 

Es maligno y ataca a los animales, hombres, mujeres y barqueros de la Dordoña, secuestrándolos para devorarlos en su guarida.

 

También se cuenta que "todos los vecinos de estos lugares acudieron a Saint Front y le rogaron que la expulsara de su región, lo que les concedió de buen grado; tras cruzar la Dordoña por tierra firme, Front se dirigió a la guarida de la serpiente, hizo la señal de la cruz y ordenó a la bestia que no pasara por ningún lugar donde hubiera hombres y mujeres. El monstruo se hundió en el agua e inmediatamente volvió al océano del que había salido"[1].

 

La historia encaja perfectamente en la topografía local

 

Hay aquí una yuxtaposición entre la leyenda y la realidad: los marineros se ahogan y desaparecen en los peligrosos remolinos del Gratusse... pero ¿se debe a la violencia de la corriente o a la ferocidad del monstruo? Algunos acusan al monstruo de ser el causante de este barranco que hace peligrosa la navegación.

 

La intervención de un santo, que en este caso toma la forma del Périgord Saint-Front, es decisiva. Los hagiógrafos están divididos: ¿el obispo venció al representante del mal con la espada? ¿O lo hizo por pura fuerza de voluntad?

 

Una conclusión en occitano, de R. Loubière, reconcilia a los geógrafos y a los eclesiásticos, ya que en esta versión de la leyenda, fue en plena agonía que nuestro coulobre cavó el salto de Gratusse.

 

Todavía hoy, a lo largo de las orillas de la Dordoña, podemos ver un cluzeau llamado "el agujero del Coulobre".

 



[1] Vida de San Frente, atribuida al obispo Sebalde, reelaborada en el siglo XI, según una traducción de Jean Dumonteil, Biblioteca Municipal de Périgueux, manuscrito 125.